sábado, 5 de julio de 2008

jueves, 22 de mayo de 2008

SMATA

Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor
27 de Abril 663
Miguel Barrera, Secretario de Prensa.

-¿Qué formas tienen de comunicarse con los afiliados?
-Nos comunicamos a través de asambleas en los distintos establecimientos, de comunicados que se pegan en transparentes destinados a la actividad sindical y a través de una revista que difundimos periódicamente. Cada tres o cuatro meses sacamos una revista dando a conocer todas las actividades del sindicato y estamos próximos a colgar una página Web.

-Con respecto a la revista, ¿sale cuando surge un tema específico o tiene un tiempo establecido?
-No, normalmente lo hacemos de acuerdo al nivel de informaciones que tenemos. En este momento, estamos elaborando la primera revista de este año, con una reseña de todo lo que hemos hecho en estos meses más lo referido al último acuerdo salarial que estamos terminando de firmar con algunas empresas. Actividades gremiales, informaciones generales, información propiamente sindical, obra social y turismo. También sobre la escuela de verano que funciona todos los años y las inauguraciones. Hemos inaugurado un polideportivo, un camping cerca de La Falda; tenemos un plan de vivienda, tenemos camping en Embalse, Villa Allende y Casa Grande. Los abrimos a toda la comunidad junto con todo lo que es capacitación, tenemos una Secretaría de Cultura y Capacitación que está funcionando muy bien, tenemos un secundario a distancia, tecnicaturas. Mucha gente terminó el secundario para adultos acá en el sindicato y han seguido haciendo una tecnicatura de “Técnicos Superiores en Gestión Industrial”.

-¿Cada área tiene una sección en la revista?
-Sacamos todo lo que tenemos, todo lo que atañe a la vida institucional de la organización, reclamos que se hacen desde las comisiones internas. Cuando tenemos algún problemita en alguna empresa los delegados son el nexo entre el trabajador y la empresa y entre el trabajador y el sindicato. Si hay más de tres delegados se arma un cuerpo colegiado que es una comisión interna de reclamos que eleva todas las notas y los reclamos internos de la planta.

-¿Hay alguna forma de recepción de las necesidades de los afiliados o lo que buscan en la revista?
-Si, nosotros estamos yendo permanentemente a los lugares de trabajo. Periódicamente visitamos las plantas, entramos a los lugares de trabajo. Aquí, cada directivo tiene asignado una cierta cantidad de trabajo. Yo soy Secretario de Prensa, pero la actividad principal nuestra es la sindical. Yo como Secretario de Prensa tengo asignadas tres empresas, voy a la fábrica y soy el responsable de informar en esas empresas todo lo que tenga que ver con el sindicato.

-¿Quiénes son los que trabajan en la revista?
-Yo recaudo toda la información de todas las áreas y trabajo con un grupo personas, con las que elaboramos la revista; se la corrige y también hay diseñadores. En esta que está por salir yo le paso toda la información a un grupo externo al sindicato y después ellos diseñan y arman toda la revista. Yo la reviso porque tratamos que la revista sea entendible para la gente, que el lenguaje que utilizamos en la fábrica sea el mismo en la revista para que llegue bien el mensaje al trabajador. Nosotros la hacemos con la misma forma de hablar que usamos en las asambleas.

-¿Cuál es el público principal al que está destinado?
-Todos los afiliados y también repartimos revistas a otras organizaciones sindicales, llevamos a los distintos bloques de la Legislatura; difundimos un poco hacia fuera lo que es la organización. Para nosotros las organizaciones sindicales fueron creadas para cumplir una función social más allá de todo el trabajo meramente sindical; por eso hacemos mucho trabajo también hacia fuera, tenemos los cursos de capacitación que están abiertos a la comunidad, mucha gente a tenido una inserción laboral gracias a esos cursos. Lo hacemos porque primero va destinado a nuestros afiliados porque tendemos a calificar la mano de obra; permanentemente la tecnología va avanzando y tenemos que ir preparándonos. Decidimos tener un secundario a distancia para adultos porque muchos compañeros no terminaron el secundario y creemos que es una posibilidad de jerarquizar al trabajador, que puedan seguir haciendo una carrera terciaria o que dentro de la empresa pueden calificar mejor, subir de categoría, mejorar su sueldo, sus expectativas. Es una materia pendiente de muchas personas. Hay un compañero que nos comentaba que se sienta a estudiar con los hijos y está orgulloso porque ahora a fin de año ya se recibe.

-¿También está pensada para ser leída por los ejecutivos de la empresa?
-No tenemos problema que sepan lo que decimos. Normalmente, entregamos la revista en la mano a los trabajadores en la entrada a la fábrica, a los talleres; pero en las empresas también dejamos revistas para que vean qué es lo que estamos diciendo, no tenemos nada que ocultar, tratamos de ser lo más claro posible, todo lo que hacemos es en beneficio de los trabajadores.

-Entonces, ¿La forma en que se distribuye es personalizada?
-La hacemos personalizada. Otra vez la habíamos hecho por distribución por correo pero teníamos muchos inconvenientes, a veces no llegaban o nuestros afiliados cambiaron de domicilio y no lo actualizaron. Es un gasto importante el que se hace al realizar la revista, hoy estamos haciendo 9.000 revistas para nuestros afiliados, mandarle por correo sale más caro que la revista misma.
Los que entregamos las revistas somos todos directivos del sindicato. En la comisión directiva del SMATA somos aproximadamente 20 personas que estamos acá, más los delegados de cada establecimiento. Muchas veces hay empresas chicas en las que los mismos delegados son los que las reparten.

-¿Dónde se entregan?
-Fábricas autopartistas, terminales automotrices, concesionarias que venden vehículos, talleres de reparación; en todos los lugares donde hay un afiliado nuestro le llega una revista.

-Y ocasionalmente ¿en algunas instituciones gubernamentales?
-También las hacemos llegar, la mayoría de las veces le llevamos a cada bloque de Concejales, Legisladores, a Casa de Gobierno. Tenemos muy buena relación con el gobierno de la provincia, con el gobernador actual y con el anterior. Si bien la mayoría estamos identificados con un color político somos directivos de todos los afiliados de SMATA y hay una diversidad de opiniones políticas, con todos tenemos que tener relación porque cumplimos una función social. Muchas veces con el gobierno hemos tenido que hacer cosas y hemos encontrado buena recepción, porque este sindicato hace muchos años que dejó de ser de aquellos sindicatos que iban y peleaban; nada más que pelear sin tener propuestas. Nosotros vamos a discutir con propuestas propias. SMATA a nivel nacional se junta, hace congresos y cuando tenemos que pedir una recomposición salarial hay una reunión de comisiones internas de fábricas terminales de autopartistas que se reúnen y de allí se decide en conjunto con las comisiones directivas de todo el país; se decide cuánto se pide y por qué se pide, hay análisis, estudios contables que trabajan para el sindicato. El trabajo que pretendemos llevar es un trabajo serio. Tenemos que trabajar con responsabilidad, no pedir por pedir y no llevar nada. Tratamos de negociar siempre porque si pretendemos recomponer los salarios no les podemos hacer perder días de trabajo a nuestros compañeros, porque la recuperación que tiene ya le perdió en los paros. Tratamos que el trabajador tenga un mejor salario, lo hemos recuperado mucho desde el 2002 en adelante. En la crisis del 2001 – 2002 perdimos muchísima gente. Hoy, la industria automotriz creció mucho, están ganando mucha plata, todas están trabajando muy bien, se recuperaron muchísimos puestos. En plena crisis quedamos 2000 o 3000 afiliados nada más, hoy estamos cerca de los 10.000 el crecimiento de la industria fue muy alto.

-¿Quiénes son los afiliados?
-Para afiliarse tienen que hacer un trámite, llenar una ficha, para que nosotros llevemos un registro, un padrón, y sepamos cuántos tenemos y a quiénes tenemos, por los servicios que prestamos para ellos. Hoy estamos superando los 10.000 trabajadores efectivamente afiliados.

-¿La revista va destinada a todos los trabajadores o a los afiliados únicamente?
-Por ahí no podemos distinguir porque no sabemos. Cuando nos paramos en la puerta de la empresa no sabemos de todos los trabajadores quiénes están afiliados. Tenemos afiliados en Jesús María, en San Francisco, en Río Cuarto, Alta Gracia.

-¿Hay una recepción de las necesidades de los trabajadores?
-Normalmente damos respuesta a muchas inquietudes de la gente. Si alguien nos sugiere algo y vemos que es posible que salga, que es una sugerencia válida, la ponemos en práctica. Quizás no todo sale en la revista como sale en un transparente de la fábrica, donde hacemos un volante y lo colocamos en todos los transparentes de todas las empresas y así todo el mundo lo conoce.

-La comunicación con los afiliados cuando ellos sugieren algo ¿a través de qué vía es?
-Normalmente, tratamos de personalizarlo, intentamos que el afiliado venga al sindicato, vea cómo se trabaja, cómo funciona, porque mucha gente cree que venir al sindicato es venir a meterse en problemas y no es así. Quedó una idea de lo que fue en otros años, de lo que distorsionaron en aquellos años porque ellos hacían exactamente lo mismo que lo que hacemos nosotros; pero quizás los métodos eran distintos, quizás alguna otra gente había. Yo tengo 36 años de trabajo, tengo 36 años de actividad sindical y yo siempre vine. Ingresé a la fábrica con 21 años de edad y a los tres meses me afilié al sindicato, siempre estuve trabajando, siendo activista, he sido delegado de una fábrica durante muchos años. Desde el año ’96 soy directivo aquí en el sindicato y nos eligen en elecciones, presentamos listas y ellos nos votan.

­-Considerando la participación que tuvo SMATA en otros períodos de la historia, ¿hoy cuál es el principal objetivo del sindicato?
-En aquellos años -la pelea de los años ’70, el Cordobazo- era contra un régimen, había una dictadura en el país. No era una pelea contra las empresas, era más una pelea contra el régimen dictatorial, nunca trabajamos para destruir a una empresa. Vamos a discutir, si tenemos que tomar medidas de acción directa, si tenemos que parar paramos. Actualmente, es la discusión sobre el mejor bienestar del trabajador. Pretendemos que nuestros trabajadores cobren un salario digno, un sueldo acorde a las necesidades que tenemos y que las empresas paguen por lo que ganan y por lo que el trabajador le ofrece. El trabajador pone a disposición de la empresa toda su fuerza laboral durante todos los días de la semana. Pretendemos que todas esas horas que el trabajador está sirviendo a la empresa sea bien remunerado. Nunca trabajamos para que una empresa se vaya, prestamos servicios, colaboramos para el funcionamiento de esa empresa. La empresa tiene que ganar más dinero para que nosotros tengamos mejor salario. Tanto es así, que estamos haciendo acuerdos con algunas empresas, viendo la posibilidad para que la inversión venga, para que haya nuevos ingresos, para que haya más trabajadores. Pensamos en dar una categoría inicial, que cuando éstos ingresen lo hagan con un salario un poquito inferior por un tiempo determinado (8 meses o 1 año), mientras está aprendiendo el trabajo puede ganar un 10-15% menos que lo que gana un trabajador que ya está afianzado en el trabajo. Queremos que las empresas sigan generando trabajo, tenemos muchísima gente que viene con sus curriculum todos los días.
Cumplimos con la función social de ayudar porque hay mucha gente que hace los cursos aquí y va a trabajar con empresas que no están con nosotros o no son afiliados nuestros. Pero lo que importa es que haya gente que esté capacitada para trabajar y que tenga trabajo. Hay muchísima gente que todavía está sin trabajo, pero felizmente han aparecido también empresas que están haciendo inversiones dentro del país. Cuidamos esa parte, de que cuando las empresas van a hacer inversiones, cuidar lo que hacemos para no espantarlas. El país necesita inversiones, que vengan empresas a emplear mano de obra, tenemos la responsabilidad de no hacer cosas que ahuyenten, es también una obligación del sindicato.

-¿Las elecciones son anuales?
-No, son cada cuatro años. Nosotros hemos tenido elecciones hace poco tiempo, se adelantaron un poco por el tema de las discusiones salariales. El 14 de diciembre tuvimos elecciones, pero asumimos la nueva conducción el 1º de julio. Se eligen los cuadros de conducción: un Secretario General, Secretario General Adjunto, Secretario de Acción Social, de Prensa, de todas las áreas; y hay vocales que están también en las fábricas. Además hay delegados congresales que se reúnen una vez al año en todo el país y ese es el órgano jerárquico más grande que tiene el sindicato, serían los representantes de SMATA de cada seccional y de acuerdo a la cantidad de afiliados que tiene cada seccional es la cantidad de congresales. Nosotros tenemos como 12 congresales titulares y 12 suplentes. Todo lo eligen los afiliados con el voto. Los delegados se eligen cada dos años en las empresas.

-Entonces, el objetivo principal de la revista ¿cuál sería?
-Informar sobre todas las actividades del sindicato en general, social, sindical, cultural.

-¿Y el de las otras formas de comunicación?
-Las asambleas con los trabajadores; el trato diario que hacemos con las visitas a las fábricas, talleres y concesionarias de autos; la entrega de carnets de la obra social también la hacemos personalmente; todo esto para mantener un contacto con los afiliados y a través de eso nos enteramos de las críticas o sugerencias que nos puedan hacer y muchas veces de los problemas personales que los trabajadores nos confían.

sábado, 17 de mayo de 2008

Teoría Sindical

Chicas encontré este archivo en .pdf buscando algo sobre teoría sindical. Habla sobre algunas perspectivas económicas de autores que capaz nos sirvan para armar la pregunta de las relaciones sociales que intervienen . Ivi

Link : Teoría

lunes, 12 de mayo de 2008

Etapa 6 (Viky)

Contexto social, político, económico y sindical
de 1976 - 1983
En el año 1975 el gobierno de Isabel Perón se mostraba incapaz de solucionar los intensos conflictos sociales, la pérdida de credibilidad del Estado y la crisis económica. Estos acontecimientos motivaron la toma del poder por las Fuerzas Armadas, el 24 de marzo de 1976, desplazando al partido mayoritario de ese momento, el Justicialismo. De este modo, la Junta de Comandantes en Jefe proclamó el comienzo del Proceso de Reorganización Nacional, designando al teniente general Jorge R. Videla como presidente. Esto fue posible ya que la mayoría de los argentinos no ofrecieron resistencia a la abolición de la democracia, los partidos políticos no buscaron una salida institucional a la crisis y la dirigencia sindical no podía movilizar a la clase obrera en defensa de Isabelita. Para encarar la reorganización del país el nuevo gobierno fijó como meta principal derrotar a la subversión.
Las Fuerzas Armadas tienen un rol protagónico en la reestructuración del Estado y la sociedad, buscando configurar un nuevo sistema de dominación autoritaria. Esto es lo que lo diferencia de las intervenciones de años anteriores que sólo buscaban poner orden a las cuestiones públicas. En lo inmediato, por un lado, se pretendía poner en marcha un plan de reforma económica, por lo que el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz anunció la función subsidiaria del Estado y la apertura de la economía. Por otro lado, se organizó un plan altamente represivo para eliminar las organizaciones guerrilleras y modificar el comportamiento de de los actores políticos y gremiales. En este sentido, el régimen militar pretendía fundar una nueva etapa en la vida argentina a través de afianzar otra hegemonía en la sociedad. Para ello era necesario modificar la estructura de los partidos políticos mayoritarios, el populismo no debía continuar gobernando, y reforzar el liderazgo de los sectores más concentrados de la economía, en especial el financiero.

Gobierno de Videla (1976 -1981)
Rafael Videla fue el primer presidente del Proceso de Reorganización Nacional y permaneció en el cargo por cinco años; fue el presidente militar que más tiempo duró en el último régimen. Lo que pretendían los militares era la prolongación en el tiempo por eso no hablaban de “tiempo” sino de “objetivos”. El presidente apoyó incondicionalmente al plan económico de Martínez de Hoz, el cual fue el único plan económico-político que las Fuerzas Armadas impulsaron con coherencia y continuidad.
Videla postuló cuatro condiciones para restablecer la democracia: la conclusión de la lucha antisubversiva; la consolidación de un orden económico adecuado; la renovación de los partidos para que pudieran retomar su papel rector; y contar con fuerzas sindicales disciplinadas, sin identificación partidaria, circunscriptas a su actividad gremial.

Aspecto económico
En los primeros cuatro años del régimen hubo un cambio radical en el funcionamiento de la economía que se basó en dos ejes: la apertura económica y la reforma financiera de junio de 1977. A partir de esta reforma instauraron un mercado libre de capitales, en el que la liberalización de las tasas de interés era un elemento clave. Es así como con un mercado financiero liberado de los controles del Banco Central se puso fin a un sistema con más de tres décadas de vigencia y se convirtió en un fuerte atractivo para operadores internacionales.
Nuevos grupos de poder se beneficiaron de un proceso de acumulación centrado en un mercado financiero que operaba sin restricciones y abierto al exterior. La apertura de la economía, la paridad cambiaria y la política arancelaria produjeron un daño irreparable en la industria nacional y en otros sectores productivos. Estas condiciones generaron una caída en el poder adquisitivo salarial, el aumento de la especulación financiera y la caída global de la demanda, que comprimió al mercado interno. Las consecuencias más visibles fueron el quiebre de fábricas, la irrupción de artículos importados y la invasión de nuevos bancos y organismos financieros. Con esta política de reestructuración de la economía se vieron afectados tanto obreros, industriales como propietarios rurales.
En diciembre de 1978 el Ministerio de Economía anunció un cronograma de devaluación gradual del tipo de cambio que regiría por un año, convirtiéndolo en el instrumento principal de ajuste del sistema. Surgía así la época de la “tablita cambiaria”, la cual era una estrategia para controlar el movimiento de la economía mediante el manejo del tipo de cambio. Por consiguiente, desalentó las exportaciones y promovió las importaciones. Este modelo presuponía el riesgo de la inestabilidad que junto con la crisis financiera de 1980 evidenciaron la vulnerabilidad del nuevo sistema.
A partir de 1978 la deuda externa se expandió y en poco más de un año se triplicó. El creciente endeudamiento no se debió a lo que requería el desarrollo del país, sino a la especulación financiera provocada por la instrumentalización del tipo de cambio y al aumento de los créditos externos.
El plan de Martínez de Hoz concentró las primeras críticas a este gobierno y unificó los reproches de diferentes sectores de la vida nacional, que aumentaban con el paso del tiempo. La recuperación económica de la Argentina comienza a convertirse en un elemento clave para el futuro de la dictadura.

Aspecto político
La idea de formar un partido oficial estuvo presente en los distintos tramos del régimen militar, con Videla, Viola y Galtieri. Consistiría en el surgimiento de un nuevo partido, con apoyo popular, capaz de ganar en las en elecciones cuando se restableciera la democracia. Para esto formularon “bases políticas” que regían la toma de decisiones en las áreas correspondientes a la conducción estratégica nacional, la seguridad nacional y la defensa de la Constitución Nacional. Al ser tan universales e imprecisas, estas áreas comprendían todos los aspectos de la vida colectiva. De este modo, la iniciativa del diálogo oficial no implicaba una apertura política, por lo contrario, el objetivo central era fundar la descendencia del régimen para permitir la continuidad del nuevo orden político en gestación. En el plano del discurso, la convocatoria pretendía ser amplia para dar lugar a todos los sectores aunque en los hechos excluía a los partidos políticos, a los que consideraban “subversivos” y a los “corruptos”. Para esto, reiteradamente se anunció que el intercambio de opinión se mantendría con los hombres y no con las agrupaciones políticas; pero tampoco con todos los hombres sino con los que ellos consideraran idóneos, honestos y que compartieran los objetivos del Proceso, es decir, la filosofía política del gobierno militar.

Aspecto social
La dominación autoritaria puso en marcha un sistema represivo, nuca antes aplicado en la Argentina, basado en la intimidación, la tortura, la muerte y la desaparición de personas, que encerraba la violación organizada de los derechos humanos. Este gobierno organizó una estructura represiva oculta que controlaba centros clandestinos de detención y grupos operacionales secretos como medios de acción antisubversiva. Este sistema de detención-desaparición respondió al objetivo de someter al individuo al mayor aislamiento y soledad, con la intención de desconectarlo de la vida pública y la vida privada. Estos detenidos, privados de toda protección legal, estaban sometidos al dominio de sus captores (siendo torturados, forzados a aportar información, asesinados) sin que nadie tuviera noticias de su persona.
La trasgresión de los derechos humanos excedió la esfera individual de cada ciudadano para implicar también una agresión a la sociedad. Un silencio generalizado fue la respuesta que dieron, ante estas circunstancias, la dirigencia sindical tradicional, los líderes políticos de la oposición, los medios de comunicación, la cúpula de la Iglesia Católica, y la sociedad en casi su totalidad. El rol de oposición fue asumido fundamentalmente por los organismos de derechos humanos. La defensa de la vida y el respeto por la libertad proporcionaron el marco dentro del cual se desenvolvió la acción política y la afirmación de los derechos humanos acarreó la negación absoluta del autoritarismo. Las defensoras de estos derechos fueron las Madres de Plaza de Mayo que bajo la consigna “aparición con vida” crearon un espacio político.
En una segunda etapa de 1978 a 1981, la oposición política rompió su aislamiento a través de pronunciamientos y manifestaciones públicas para comenzar a disputar el campo de la política al Estado autoritario. Por un lado, se dejaron ver documentos multipartidarios que solicitaban al gobierno una respuesta para los familiares de desaparecidos. Por otro lado, evidenciaron un reconocimiento de la labor antisubversiva. Comenzó a dificultarse, desde el Estado, la contención de las crecientes disconformidades.
En un clima desfavorable, la Junta Militar recibió un nuevo golpe cuando se le otorgó el premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel, lo que fue interpretado como un reconocimiento al movimiento de derechos humanos del que formaba parte. Desde entonces ese movimiento quedó legitimado frente a la sociedad, se constituyó como referente válido y creció su protagonismo.

Sindicatos
Los militares dirigieron su represión también hacia trabajadores y dirigentes sindicales, sobretodo quienes habían logrado desalojar del gobierno de Isabelita a sus funcionarios más cercanos. Muchos fueron desparecidos, asesinados y encarcelados.
A fines de 1976, se produjeron enfrentamientos entre el gobierno autoritario con este sector, cuando éstos realizaron huelgas por mejoras salariales. Las actividades políticas e institucionales fueron suspendidas por tiempo indeterminado, a través de la prohibición de la acción sindical y de la negociación colectiva. Además intervinieron los sindicatos y sus obras sociales.
En 1977 se configura el primer nucleamiento político sindical que fue la “Comisión de los 25”, cuyo nombre alude a la cantidad de gremios de diferentes corrientes internas que la integraron inicialmente; mantenían una posición opositora frente al gobierno militar.
En 1978 se conforma un segundo nucleamiento “Comisión Nacional de Trabajo” tendiente a negociar con el gobierno, buscar un diálogo.
En 1979, la Comisión de los 25 convocó la primera huelga general de 24 horas registrada durante la dictadura. Luego, los dirigentes de los dos nucleamientos buscaron confluir en la Conducción Única de Trabajadores, pero al poco tiempo terminó disolviéndose. Una consecuencia de esto fue la conformación de una nueva corriente la de “los 20”, disidente con la CNT
En este mismo año, se sanciona la ley de asociaciones gremiales para eliminar a las organizaciones sociales de tercer grado con objeto de disolver la CGT. Sin embargo, esta medida aceleró una tendencia de reunificación de los sindicatos en torno a la oposición, principalmente porque les dio un objetivo de lucha: reconstituir a la CGT, que sería reunificada en 1980.

En marzo de 1981 la idea de un proyecto estratégico había llegado a su fin y se cerraban las posibilidades fundacionales del régimen militar, lo que significaba el final de su misión original. El Estado autoritario quedaba inhabilitado para producir las reformas que tendieran a la construcción de otro sistema político, donde el poder militar afirmara una participación orgánica a nivel de las decisiones políticas.

Gobierno de Viola (1981)
El general Roberto Viola era el candidato presidencial aceptado unánimemente por las Fuerzas Armadas para ocupar la presidencia, que asume el 29 de marzo de 1981. Sin embargo, su gobierno adquirió un carácter polémico, cuestionado desde la propia institución militar que antes lo había apoyado.
Viola asumió sin la plenitud de los poderes y con una fuerte presión de los sectores duros de las Fuerzas Armadas que rechazaban cualquier posibilidad de apertura política. El general era acusado de encarar una política inclinada a un entendimiento con los partidos tradicionales. Su paso por el poder fue breve, sólo duró 8 meses.

Aspecto económico
Los cuatro grandes problemas de la economía argentina eran: la alta inflación, el atraso cambiario, la falta de rentabilidad empresarial y el mínimo crecimiento. Viola llevó a cabo un marcado distanciamiento del plan de Martínez de Hoz, hasta que recibió presiones nacionales e internacionales.

Aspecto social
Los escritores, artistas, intelectuales comenzaban a hacer oír sus reclamos a favor de la libertad de opinión. La sociedad de a poco empezaba a movilizarse en busca de un espacio democrático.

Aspecto político
Surge desde el radicalismo una propuesta de crear una agrupación Multipartidaria. La idea original era que estuvieran incluidos todos los partidos políticos, las entidades empresariales y los organismos sindicales; para formular un programa amplio de coincidencia civil que permitiese abrir un espacio de negociación con un sector de las Fuerzas Armadas. Su objetivo central era asentar las bases para una transición a la democracia. La iniciativa fue bien recibida y generó gran repercusión en el ámbito político. Sin embargo, la respuesta desde el gobierno fue en rechazo a una posible negociación.
La anunciación de una enfermedad en el presidente produjo un clima de incertidumbre, suposiciones y cálculos políticos, acentuando una crisis institucional que llevó a Viola a ceder interinamente el mando al ministro del Interior, el general Liendo.

Gobierno de Galtieri (1981 – 1982)
El 22 de diciembre de 1981 la Junta Militar designó al general Leopoldo Galtieri para estar a cargo del Poder Ejecutivo.

Aspecto económico
El gobierno reinstauró la ortodoxia económica liberal, volviendo las cosas a la situación anterior a la asunción del ex presidente Viola. De este modo, nombró ministro de Economía a Roberto Alemann para que impulsara un plan de ajuste estructural apoyado en severas políticas monetarias y fiscales. También se buscó un acercamiento con Estados Unidos, siguiendo recetas neoliberales.

Aspecto político
El nuevo presidente se propuso recuperar la autoridad de la figura presidencial y del gobierno militar. No se presentó como un gobierno que fuera a organizar la transición a la democracia sino que parecía aspirar a recomponer el proyecto autoritario resquebrajado y en crisis. Sin embargo, mantuvo un puente de conexión con los partidos políticos para evitar que el régimen cayera en un profundo aislamiento. Para lorar esto, presentó un estatuto que regiría el funcionamiento de los partidos políticos y un cronograma político.

Aspecto social
La guerra de Malvinas despertó el apoyo social en forma masiva y resultó el medio idóneo para legitimar la imagen del régimen. Ésta cambió favorablemente el escenario político aunque no por mucho tiempo. El desembarco argentino en las islas conmovió al país y unificó a todos los sectores detrás de la reivindicación histórica. Luego se sabría que la expedición fue lanzada sin ninguna preparación militar y con una idea errónea de las posibilidades de apoyo de Estados Unidos, ya que éste tomo partido por Inglaterra.
La rendición de las fuerzas argentinas el 4 de junio daba por terminado cualquier intento de otorgar legitimidad al régimen militar a través de la guerra y apresuró la descomposición del orden autoritario.

Con la crisis institucional más grande del régimen autoritario, el 15 de junio Galtieri fue despojado del poder. Cinco días transcurrieron entre la renuncia del general y la designación de Bignone.

Gobierno de Bignone (1982 – 1983)
La profunda crisis institucional acentuada con la derrota de Malvinas produjo que los militares debieran iniciar una retirada desordenada, sin poder negociar la transferencia del poder.

Aspecto político
Con unas Fuerzas Armadas desprestigiadas políticamente y con un alto nivel de enfrentamientos entre sí, los partidos políticos ganaron el centro del escenario nacional y se preparaban para unas elecciones libres y competitivas. Los militares exigían para el traspaso del poder, entre otras cosas, la no revisión de la lucha contra la subversión. De la negativa de la clase política a acordar sobre este tema nacería, unos meses más tarde la “ley de Autoamnistía”, proclamada por el propio gobierno militar.
En marzo de 1983 se definió el cronograma electoral, dejando un tiempo prudencial entre la fecha de las elecciones y la de la toma del poder, lo que fue interpretado como una fase de negociación con el candidato que resultara ganador. Este período fue conocido como “la negociación de los noventa días”, pero no se logró ya que el presidente electo, Raúl Alfonsín, no estuvo dispuesto a concertar.
El 6 de diciembre se presentó el acta de disolución de la Junta Militar y cesaría la vigencia del Estatuto y su reglamentación.

lunes, 5 de mayo de 2008

etapa 3.EXPANSION INDUSTRIAL Y PREDOMINIO DEL SINDICALISMO REFORMISTA (1920-1943)

1916-22 PRESIDENCIA DE YRIGOYEN
En 1916 Hipólito Yrigoyen asume la presidencia de la Nación y conformó un gabinete equilibrado. Con su llegada al poder se produjo un cambio en la forma de hacer política. El nuevo presidente era un líder popular que utilizaba novedosos métodos de conducción, a partir de la influencia ejercida sobre los nuevos grupos medios y los sectores populares urbanos, quienes hasta aquí habían estado en su mayoría al margen de la participación política.
Su estrategia para influir masivamente sobre estos grupos era la instrumentación de técnicas de patronazgo político, lo que desembocó en la creación de numerosos cargos burocráticos y profesionales. La entrega de puestos se usaba con el objetivo de vincular al gobierno con los comités de la UCR y sus respectivos caudillos e, indirectamente, estimular al electorado. Simultáneamente, se produjo una transformación de los partidos políticos, que se convirtieron en organizaciones de masas de carácter nacional.
La experiencia radical tuvo que enfrentar una oposición compuesta por un amplio espectro de fuerzas políticas (pero que no presentaban un frente unificado): desde el conservadurismo hasta el socialismo, que competía con el gobierno por la representación de los trabajadores e intuía, de la misma manera que el partido Demócrata Progresista, actitudes demagógicas en Irigoyen.
En cuanto a política internacional, el gobierno radical tuvo una postura de neutralidad benévola con respecto a la Primera Guerra Mundial.
El radicalismo y los trabajadores:
La política de Irigoyen debió enfrentar el desfavorable contexto de la guerra y la crisis de la primera posguerra, signado por la inflación, el deterioro del salario real, la desocupación y la consecuente ola de huelgas entre 1917 y 1919. Igualmente su actitud fue distinta a la de los gobiernos conservadores porque aspiraba a arribar a una cierta justicia distributiva e integrar políticamente a los trabajadores en el sistema. Esta concepción marcó un nuevo tipo de relación entre el Estado y la clase obrera.
Por su propia convicción y por la oposición parlamentaria a sancionar proyectos de ley sobre salario mínimo, duración de la jornada laboral y seguro de trabajo, el presidente apeló a su participación personal y al arbitraje para resolver huelgas y otro tipo de enfrentamientos gremiales, aunque los resultados sólo fueron positivos en algunas oportunidades. El gobierno tendió a laudar a favor de los obreros en varias ocasiones y en otras tuvo una actitud dual, reprimiendo a los huelguistas y concediendo a los reclamos.
Más drástica fue aún la actitud gubernamental ante la Semana trágica en 1919 o en los sucesos de la Patagonia en 1921 que finalizaron con una masacre perpetrada por el ejército contra los peones huelguistas. En estos dos casos el gobierno mostró una peligrosa tendencia a la vacilación política ante las presiones de las corporaciones empresariales, los grupos de extrema derecha y el ejército, que amparaban en su interior tendencias antidemocráticas.
Si bien recién comenzado el gobierno radical ya aparecían confrontaciones internas en el radicalismo, hacia 1922 Yrigoyen había logrado controlar la disidencia interna y un partido aparentemente unido llegaba a las elecciones presidenciales de ese año con Marcelo T. de Alvear como candidato.
1922-1928 PRESIDENCIA DE ALVEAR
Alvear ganó las elecciones y su presidencia se caracterizó por un período de paz social debido a la notable recuperación económica. Pero a nivel político su gobierno estuvo signado por el distanciamiento de Yrigoyen y por el fuerte conflicto entre personalistas y antipersonalistas.
Alvear gobernó de manera diferente, se disminuyeron las intervenciones provinciales por decreto y el gasto público se colocó bajo el control del parlamento. La lucha entre yrigoyenistas (personalistas) y alvearistas (antipersonalistas) se tornó encarnizada. Finalmente en 1924 se produjo una ruptura y el alvearismo constituyó la Unión Cívica Radical Antipersonalista.
El gobierno de Alvear igualmente estuvo atravesado por una imagen de buen gobierno, manejo ordenado de las finanzas, respeto por las libertades individuales y cierta preocupación social expresada en varias leyes aprobadas durante su mandato. En 1924 se aprobaron leyes sobre contrato de trabajo de los menores, la prohibición de trabajo nocturno en las panaderías y la fijación de la jubilación de los maestros primarios. Un año más tarde se sancionó una ley que regulaba la forma de pago del salario y en 1929 se estableció la jornada laboral de ocho horas.
1928-1930 SEGUNDA PRESIDENCIA DE YRIGOYEN
El gobierno fue débil y el partido se encontraba en un lucha de facciones por la sucesión de Yrigoyen. El gobierno volvió a apelar a las intervenciones estatales por decreto. En cuanto a la política laboral, no manifestó el dinamismo de la primera presidencia. A esto se sumaba que se empezaban a evidenciar los primeros efectos de la crisis desatada el año anterior: reducción del gasto público, inflación, atraso en el pago de sueldos, aumento del desempleo, lo que contribuyó a deteriorar la base de sustentación de Yrigoyen.
Otro factor de inestabilidad provenía del ejército. En 1927 el general Justo había manifestado su oposición al retorno de Yrigoyen al gobierno y cuando éste subió al poder el ejército comenzó a conspirar contra él y contra la democracia. La tendencia golpista era liderada por José F. Uriburu, un general de tendencia nacionalista y corporativista apoyado por un grupo de intelectuales que se manifestaban como defensores de la jerarquía y el orden.
Otra línea de apoyo al golpe estaba encabezada por militares liberales como Agustín P. Justo que recibían el apoyo de varios partidos (radicales antipersonalistas, socialistas independientes y conservadores). Este sector no impugnaba el sistema democrático sino el personalismo y populismo de Yrigoyen. El cruce de estas dos tendencias y la pérdida de consenso del gobierno legítimo permitieron que en 1930 los militares derrocaran a Yrigoyen.
Mundo del trabajo
En 1922 se inicia un proceso de aumento paulatino del salario real en un arco ascendente que se extendió hasta 1928 y que contribuyó a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.
Esto se reflejó en los movimientos huelguísticos. La conflictividad fue elevada durante el período que se extendió desde 1917 hasta 1921, cuando ya se veía una lenta recuperación. Esos años hubo un alto número de huelgas y una pronunciada combatividad del movimiento obrero. Posteriormente se produjo un reflujo notable de las huelgas debido a la recuperación económica, la capacidad negociadora del gobierno y la menor combatividad de la dirigencia gremial. Los huelguistas se movilizaron en demanda de la reducción de la jornada laboral, aumento de salarios y mejores condiciones de trabajo.
El aumento del empleo hacia el fin de la guerra repercutió favorablemente en el nivel de sindicalización. Cuando comienza este proceso de conflictividad, el anarquismo ya no era la fuerza predominante del movimiento obrero y fracasó de manera completa en su llamado a la huelga general en 1918 ya que había perdido gran parte de su influencia entre los trabajadores.
La ideología predominante en el movimiento obrero era el sindicalismo, una tendencia mucho más moderada que el anarquismo, que incluso abandonaría en 1918 su adhesión a la huelga general como arma de lucha. El sindicalismo había consolidado su presencia desde el Congreso de la FORA de 1915 cuando desplazó al anarquismo del poder central. Al concentrarse en la lucha por las reivindicaciones inmediatas, fue dejando de lado, paulatinamente, los fines revolucionarios que postulaba su ideología original, desembocando en un reformismo que solo se diferenciaba del que practicaban los socialistas, por le hecho de que, en lugar de fundarse sobre una posición doctrinaria, emergía de consideraciones puramente pragmáticas. La ideología del "sindicalismo puro", menos definida y más flexible que la de las tendencias rivales, permitiría a sus dirigentes moverse con mayor holgadura en un medio saturado de discusiones doctrinarias y de actitudes sectarias, aspirando a encontrar formas mas prácticas y eficaces de organización y de lucha.
El crecimiento del FORA sindicalista fue notable durante el primer gobierno de Yrigoyen, con quien mantenía una fluida relación. Pero en 1921 comenzó un proceso de rápida decadencia en una década caracterizada por el descenso de las confrontaciones abiertas entre obreros y empresarios. En 1922, nace la Unión Sindical Argentina (U.S.A.), con predominio de los sindicalistas "puros" y con participación socialista y comunista. Por su parte, la F.O.R.A. anarquista prosiguió sus actividades, quedando como la única F.O.R.A. De la acción de varios sindicatos descontentos con la política llevada a cabo por las centrales sindicales existentes, surgió, en 1926, una nueva entidad: la Confederación Obrera Argentina (C.O.A.), producto de una nueva alianza entre el sector del sindicalismo "puro" y socialistas. La C.O.A. agrupaba a Sindicatos como la Unión Ferroviaria y la Federación de Empleados de Comercio y tenía un modelo de sindicalismo fuerte, verticalista y negociador.
Si bien las huelgas y los enfrentamientos no desaparecieron, en el transcurso de la presidencia de Alvear la conflictividad decayó de manera importante. Un hecho simbólico notable fue la instauración del primero de mayo como feriado nacional. Varios factores incidieron en la moderación del conflicto: el destacable período de crecimiento de la economía que repercutió favorablemente en la elevación de la calidad de vida, especialmente a partir de la generalización del descanso dominical y la orientación del tiempo libre hacia espectáculos populares. También era importante la sociabilidad barrial, reflejo de las transformaciones sociales urbanas producidas durante esos años. El desplazamiento del hábitat popular del centro a los barrios generó el desarrollo de otras formas asociativas de movilización no clasistas como las realizadas por sociedades vecinales o las bibliotecas populares, donde se cruzaban actividades de tipo fomentista, político o cultural que determinaron una reorientación de las manifestaciones más conflictiva existentes en la sociedad.
Otros factores que contribuyeron a aminorar el conflicto social se relacionan con la decadencia del clima revolucionario europeo, ahora involucrado en un proceso de derechización a partir del ascenso del fascismo; así como también el rol conciliador y poco proclive al enfrentamiento de la conducción sindicalista del movimiento obrero.
Al finalizar la década, el movimiento obrero organizado estaba profundamente atomizado: existían tres centrales obreras, La COA, la FORA y la Unión Sindical Argentina, y todas ellas eran débiles. Además, también se había conformado un nucleamiento del Partido Comunista ( el Comité de la Unidad Sindical Clasista) y una variada gama de gremios independientes no respondía a ninguna de las centrales.
Economía de los Años 20
En este perìodo ya no había posibilidad de desarrollarse dedicando la mayoría de los recursos al sector agropecuario. Peor la producción primaria siguió siendo la actividad clave de la economía argentina. Hubo una demora en la transformación a una economía más industrial lo que lleva implícita una crítica a la política económica de entonces (por qué el gobierno no protegió a las actividades que resultaban más promisorias.
Ausencia de políticas de industrialización
La Argentina era un país donde las posibilidades de inversión y crecimiento industrial eran muy amplias. Las preocupaciones de los que criticaban el statu quo se concentraban sobre todo en el efecto de una determinada estructura de producción sobre el comportamiento futuro de la economía.
Una política económica que impulsara la industrialización implicaba también un realineamiento internacional. Significaba depender menos de las importaciones y exportaciones a Inglaterra y con ellos se estimularía la inversión directa de capitales extranjeros(sobre todo norteamericanos) en los sectores industriales emergentes. Entonces abogar por el desarrollo de la industria era favorecer un acercamiento al más poderoso, a la nación líder EEUU.
1930-32. BREVE GOBIERNO DE URIBURU
El golpe que lo llevó al poder fue una conspiración cívico-militar que contó con la actitud pasiva de la población y la campaña activa de los diarios. A pesar de este amplio consenso, el gobierno era débil pues el presidente de facto representaba la tendencia minoritaria de la conspiración que lo había llevado al poder.
Tanto Uriburu como el sector nacionalista que lo apoyaba, eran antiyrogoyenistas y antidemocráticos. Pretendían instaurar una sociedad jerárquica e imponer un gobierno de tipo corporativo orientado desde el Estado. Para ello fue necesario derogar la ley Sáenz Peña e instituir un sistema de voto calificado. Su discurso ponía énfasis en el combate al comunismo, al liberalismo y a la colectividad judía. El gobierno de Uriburu dinamizó la Sección Especial de la policía que persiguió a los activistas anarquistas y comunistas y aplicó la vieja Ley de Residencia con militantes extranjeros.
A los pocos meses comenzó la reorganización de la oposición con el radicalismo a la cabeza dirigido por Alvear y los partidos políticos y los diarios pronto se manifestaron a favor de las instituciones democráticas y de la Constitución Nacional. Uriburur no encontraba rumbo para un gobierno que se quedaba sin apoyos y llamó a elecciones.
Los grupos conservadores se unieron en el Partido Demócrata Nacional y junto con el socialismo independiente y el radicalismo antipersonalista conformaron la Concordancia, coalición que controlaría la vida política del país hasta 1943 y que (fraude de por medio) ganó la elección con su candidato Agustín P. Justo.
1932-1938. PRESIDENCIA DE JUSTO
El contaba con el apoyo permanente del ejército, que se convirtió en un actor político central durante varias décadas. Justo armó su gabinete reflejando la coalición que lo llevó al poder. Sus apoyos eran la prensa, el ejército, los grandes exportadores y los partidos de la Concordancia.
Al margen del funcionamiento institucional el gobierno de Justo limitó la democracia restringiendo la actividad de izquierda con una ley de represión al comunismo y con la represión política a cargo de la Sección Especial de la Policía Federal. Pero su gran problema se vinculaba a la corrupción reinante en algunos estamentos del poder y esencialmente, al fraude aplicado sistemáticamente durante su gobierno. Su exponente más representativo fue el líder conservador de la pcia de Buenos Aires, Manuel Fresco, que utilizó su poder de la policía para imponer a sus candidatos, justificando esta acción ilegítima denominándola “fraude patriótico”.
A partir de 1935, con el retorno de los radicales a los comicios, el fraude se profundizó y comenzó a conformarse un fuerte clima de oposición. La movilización sindical de 1935 a 1937, especialmente la larga huelga de la construcción, contribuyó a incrementar ese clima de malestar social, entre otras cosas porque el Partido Comunista abandonaba la táctica de “lucha de clase contra clase” por la cual todos los grupos burgueses eran enemigos y, se adhirió a la idea de conformar un Frente Popular con las fuerzas antifascistas para reforzar y consolidar la democracia.
El bloque de diputados radicales, juntamente con el socialismo y los demócratas progresistas, comienza a llamarse Frente Popular y goza del apoyo extraparlamentario de lo comunistas, de la Federación Universitaria y la Confederación General del Trabajo. En 1935 se conformaba la Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina que proclamaba por una nación libre y llamaba a luchar por la soberanía popular y nacional, inaugurando una acción que confluiría luego con el peronismo.
1938-40. PRESIDENCIA DE ORTIZ
Su presidencia fue una mera continuación de su antecesor. Su mandato estuvo signado por el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939 en la que mantuvo la neutralidad argentina a pesar de su simpatía por Gran Bretaña.
Ortiz intentó limpiar la imagen de corrupción y de fraude. Se manifestó a favor de la restauración plena de la democracia con comicios libres y limpios. Pero su impulso democratizador finalizó pronto ya que una enfermedad lo obligó a renunciar y depositar el poder en su vice, Castillo.
1940-43. LA PRESIDENCIA DE CASTILLO
Castillo pronto reistaló las prácticas electorales fraudulentas y las intervenciones provinciales para facilitar el acceso de los candidatos conservadores al poder y trabar el avance de los radicales. Además, se profundizó la represión hacia los opositores, se instaló el estado de sitio que impedía la propaganda política de los partidos.
Su postura neutralista frente a la guerra, reforzada con la reactivación de la flota mercante nacional y la nacionalización del puerto de Rosario, le brindó el apoyo de los sectores nacionalistas sumado al de los conservadores. La división política e ideológica que atravesaba la sociedad argentina se profundizó y el arco de la oposición conformó un difuso e inorgánico frente popular anifascista formado por los partidos políticos (UCR, PDP, PS y PC ) y la Federación Universitaria.
Ante la muerte de Alvear en 1942 y la de Justo en 1943, castillo comenzó a maniobrar para poner a su sucesor como candidato del conservadurismo, Robustiano Patrón Costas. En una coyuntura de debilidad creciente del sistema político y signado por la pérdida de consenso ante la ciudadanía ante un sistema electoral fraudulento y la corrupción reinante, el ejército pudo truncar las elecciones con el golpe de Junio de 1943.
ECONOMIA
La crisis de 1929 afectó relativamente rápido a nuestro país, los primeros síntomas de la depresión ya se sentían en 1930. La admisitración radical entraba en cesación de pagos como consecuencia del desajuste entre recursos y gastos del Estado, descendía el comercio mundial y se producía un deterioro en los términos del intercambio como consecuencia de la caída de los precios de los productos agropecuarios exportables en relación con los productos importados.
Uno de los problemas radicaba en que en la etapa de depresión el movimiento internacional de capitales se redujo de manera drástica lo que desembocó en la quiebra del sistema multilateral y la adopción, por parte de las naciones industrializadas, de políticas dirigistas y proteccionistas con un rol fundamental por parte del Estado en el diseño de las nuevas estrategias. Esto significó el reemplazo del multilateralismo por el bilateralismo, el abandono del patrón oro, la devaluación de las monedas y los consecuentes controles cambiarios, el establecimiento de cuotas de importación y las múltiples trabas a las exportaciones de los países periféricos a Europa y Estados Unidos.
Esto repercutió desfavorablemente en la economía argentina al cesar la llegada de capitales y por la decisión gubernamental de seguir pagando el servicio de la deuda externa en un contexto de déficit estatal. Esto derivó en un profundo desequilibrio presupuestario que afectó gravemente a todos los sectores de la economía. La producción decayó, descendieron los precios de exportación, las importaciones bajaron y aumentó la desocupación.
Tanto en el gobierno de Yrigoyen como el de Uriburu y Justo, se tomaron medidas ortodoxas sin lograr grandes resultados para superar la depresión económica. Recién en 1933, con Federico Pinedo en economía, se adoptaron una serie de medidas que implicaban la participación directa del Estado en la resolución de la crisis. Se tomaban los lineaminetos económicos de John Maynard Keynes partidario de una economía dirigida en donde el Estado debía desarrollar un papel central en la regulación y la búsqueda de equilibrio entre la oferta y la demanda. En este esquema, la plena ocupación y la generación de empleo desde el Estado eran una tarea básica.
Se adoptaron dos tipos de medidas. Las financieras, con el objeto de estabilizar la moneda. Se estableció el control de cambios a partir de la regulación estatal de la compra y venta de divisas. Hacia fines de 1933 el gobierno determinó la creación de mercados cambiarios paralelos: en uno, el Estado asumía el control de las divisas derivadas de las exportaciones agropecuarias tradicionales; en otro, se generaba un mercado libre como consecuencia de las exportaciones no tradicionales y los préstamos bancarios. Como consecuencia de la devaluación mínima y la amplia diferencia de precios de compra y venta de divisas del mercado cambiario controlado por el Esatdo, los gobiernos de Justo y Ortiz reunieron entre 1934 y 1940 una importante masa de divisas. Capitales que fueron destinados a resolver los problemas derivados de la deuda externa y a mantener el sistema de precios de los productores rurales a través de distintas juntas reguladoras.
Con la finalidad de controlar las fluctuaciones monetarias en 1934 se creó el Banco Central de la República. Se produjo también un importante cambio en materia fiscal con el establecimiento en 1931 del impuesto a las ganancias. Con la creación de la Dirección General impositiva se perfeccionó en sistema fiscal y este tipo de ingresos reemplazó a los tradicionales derechos de aduana. A partir de allí la recaudación fiscal se convirtió en la principal fuente de ingresos del Estado. A principios de 1934 el Estado había saneado el presupuesto nacional.
Por otro lado, las medidas de regulación económica tendieron a controlar la producción y equilibrar la oferta y la demanda. Con ese fin se creó una serie de juntas reguladoras, dirigidas a controlar el flujo de exportaciones y el abastecimiento interno. En términos generales estas juntas tendieron a favorecer a los grandes productores vinculados con la exportación.
Una de las salidas al desempleo la brindaba la ocupación en obras públicas. La creación de la Dirección Nacional de Vialidad respondía en buena medida a esa necesidad.
El principal problema de la Argentina ante la crisis radicaba en la debilidad de la tradiconal estructura agroexportadora ante la tendencia proteccionista de los países desarrollados y la emergencia de relaciones comerciales de tipo bilateral. Nuestro país mantenía fuertes lazos comerciales con EEUU y Gran Bretaña, pero como consecuencia de las políticas de resolución de la crisis se privilegió la relación bilateral con la última, debido más que a una elección, a una necesidad.
En 1933 se firmó el pacto Roca-Runciman. A cambio de que se mantuviera el statu quo en el mercado inglés de la carne, la Argentina concedía las rebajas arancelarias requeridas por Inglaterra y garantizaba que, cualquiera fuera la forma que asumiera el control de cambios en la Argentina, era segura la prioridad inglesa para todas las libras obtenidas de la venta de productos argentinos en Gran Bretaña. Había, además, promesas mutuas de “trato benévolo” a los productos del otro país.
Este pacto se ganó la oposición de una buena parte de la opinión pública del país, sobre todo en los sectores más nacionalistas por considerarse una grosera alianza entre el capital inglés y los sectores agropecuarios.
Pero gremios como La Fraternidad y la Unión Tranviaria esperaban que las buenas relaciones con Inglaterra se tradujeran en un respaldo gubernamental a trenes y tranvías en su puja con el transporte automotor.
LA INDUSTRIA
Como consecuencia de la crisis de 1929 se produjo en Argentina un proceso de crecimiento de la industria. Las razones tienen que ver con el ensanchamiento del mercado de consumidores, la existencia de suficiente mano de obra, y por otro lado, con los efectos de la crisis que había cerrado la economía de tal manera que se tornó necesario encarar un proceso de sustitución de importaciones. La caída de las exportaciones argentinas disminuyó las divisas disponibles para importar, lo que se agravó por la devaluación del peso. Además, el gobierno comenzó a regular la importación mediante la elevación de tarifas aduaneras para adaptarla al consumo local. Como consecuencia se reemplazaron una importante cantidad de productos importados por manufacturas locales. Pero no hay que exagerar los alcances de este proceso industrializador ya que fue limitado en varios aspectos, por el escaso interés del Estado y por la falta de capitales nacionales interesados en invertir en la industria. Por otra parte, la industrialización se limitó centralmente al desarrollo de los textiles y las industrias alimenticias, y en menor medida, a productos químicos y metálicos. Por lo tanto, las formas que adquiría el proceso industrialista: coyuntural, sustitutivo, con incorporación importante de capital extranjero, estaba fijando, desde el inicio, los límites de su posterior desenvolvimiento.
El proceso de industrialización se concentró esencialmente en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, sólo el 13 % de la industria nacional se hallaba desplegada por el resto del país. A pesar de los desequilibrios regionales, la industria argentina creció, aunque con altibajos, a partir de 1935. Estos cambios en relación con la industria y el agro no impidieron que en 1943 la economía argentina aún dependiera en gran medida del agro y de las exportaciones de sus productos. El gran cambio radicaba en la gran cantidad de industrias autosuficientes al entrar en la década del 40.
Dentro de este proceso de industrialización la inversión de capitales extranjeros en los años 30 fue importante, no tanto por el monto sino por la modernidad de sus empresas, y si bien los norteamericanos conservaron la delantera, el rasgo saliente fue el sustancial avance de la radicación de capitales europeos destinados al rubro industrial.
Este procedimiento permitía a esos capitales, especialmente a los norteamericanos, no perder su influencia en el mercado interno argentino, jugando, además un papel orientador en la producción industrial de acuerdo con sus intereses. En 1935, las empresas extranjeras representaban el 50% de la producción del país, el resto correspondía a una multitud de pequeñas y medianas empresas de capital nacional. Pese a que aún proliferaban pequeños talleres, el avance de la gran industria era también considerable.
SOCIEDAD
Se produjo una detención de las corrientes inmigratorias ultramarinas como causa de la crisis mundial y este flujo fue reemplazado por las migraciones internas. La aceleración del proceso de industrialización requería mano de obra y se nutrió de miles de migrantes que se trasladaban desde el interior del país hacia los centros urbanos , especialmente a Buenos Aires, y en menor medida a Rosario, Córdoba y Santa Fe. La afluencia de cantidad tan grande de población de origen rural o de pueblos chicos y la incorporación de su mayor parte a la industria, implicaba una profunda transformación de la clase obrera. Sin tradición sindical, la mayoría quedó al margen de las organizaciones obreras que, en general, se mostraron incapaces de atraerlas. Recién después de 1946, comenzaron a ingresar, masivamente, en los sindicatos.
Agotada la capacidad de crecimiento poblacional del centro y sus alrededores, Buenos Aires creció y se expandió hacia la periferia. El ámbito del barrio se convirtió en un factor de arraigo y adhesión para los vecinos.
EL MUNDO DEL TRABAJO
La clase obrera aumentó por el desarrollo industrial y como consecuencia de las migraciones internas en 1947 sólo el 25% de los trabajadores industriales era extranjero. Las condiciones de vida de los obreros no se modificaron sustancialmente y una vez terminados los efectos de la crisis, el nivel de desocupación alcanzó sus índices más bajos. El costo de vida se mantuvo estable hasta 1935 y a partir de allí creció más rápidamente que el salario nominal, afectando levemente el salario real. Además, se generalizaba la jornada de ocho horas de trabajo gracias a la paulatina imposición del "sábado inglés", de un promedio de 48 horas semanales, al principio, o uno de 44 al final. En 1935, los obreros se repartían aproximadamente por mitades entre ambos tipos de jornadas y eran muy pocos los gremios que gozaban de vacaciones pagas. Aunque la práctica de los convenios colectivos se fue extendiendo lentamente durante la segunda mitad de la década, la mayoría de los trabajadores no llegó a gozar de sus beneficios. La falta de convenios dejaba un amplio margen para la arbitrariedad de los patrones, ya que, eran ellos quienes fijaban, unilateralmente, en la mayoría de los casos, las condiciones laborales. Con respecto a la protección y seguridad del trabajador, sólo unos pocos gremios, como los ferroviarios y municipales, contaban con Cajas de Jubilaciones y Pensiones; las indemnizaciones por accidentes de trabajo eran insuficientes y su cobro dificultoso.
A partir de 1935 el Estado manifestó preocupación en materia de regulación social y se adoptaron mecanismos de negociación colectiva que preanunciaban su extensión durante el gobierno peronista. Pero la falta de generalización de una política laboral y las resistencias patronales terminaron por minimizar la eficacia de los mecanismos de negociación y por poner serios obstáculos a la integración social de buena parte de los obreros industriales. El estancamiento del salario real, las deficiencias de las condiciones de trabajo y el problema habitacional contribuían a generar un clima de descontento social potencialmente conflictivo.
La organización de los trabajadores fue relativamente débil durante la primera mitad de la década del treinta. En septiembre de 1930 se constituyó la Confederación General del Trabajo (CGT) como resultado de la confluencia de la Unión Sindical Argentina y la Confederación Obrera Argentina, la primera de tendencia sindicalista y la segunda socialista. La CGT sustentaba su representatividad en los gremios ferroviarios, tranviarios, municipales y empleados de comercio, quedando fuera los sectores industriales de reciente desarrollo. Se manifestó prescindente políticamente, su actuación fue opaca y su dirigencia sindical se alejaba del perfil combativo predominante durante las primeras décadas del siglo. Su actuación se limitó a intentar una mayor participación en las esferas estatales de decisión de políticas laborales y mantener tácticas de lucha defensivas. No obstante, varios gremios fueron reconocidos jurídicamente.
Por otra parte, si bien la restauración oligárquica abrigaba pocas simpatías por las reivindicaciones obreras, se mostraba cada vez más inclinada a intervenir en los conflictos laborales y a controlar el movimiento sindical. La inclinación a buscar apoyo en el poder político para lograr concretar las reivindicaciones gremiales, que se había iniciado durante los gobiernos radicales, no dejó de acentuarse durante esta época, pero, acompañada por una creciente burocratización de las organizaciones sindicales. Apareció una capa de dirigentes para quienes la vinculación con los factores de poder no era sólo un medio para obtener mejoras en sus representados, sino también para conservar su propia posición. El enfrentamiento violento y frontal de los trabajadores del Estado, pasó a ser cosa del pasado, la intervención de éste en el campo social, no sólo fue universalmente aceptada, sino también insistentemente reclamada.
En diciembre de 1935, se produjo una nueva escisión en el movimiento sindical, que llevó a la fractura de la C.G.T.. La Unión Ferroviaria, sindicato de orientación socialista y de importante influencia dentro de la C.G.T. por el peso numérico de sus afiliados, se enfrentó a la Junta Ejecutiva de la C.G.T., quedando concentrada una nueva división sindical que esta vez asumió características geográficas. El núcleo, que había realizado un verdadero "golpe" desconociendo a las autoridades dela junta ejecutiva de la C.G.T. se distinguió como C.G.T. calle Independencia; el otro sector, de orientación sindicalista pura, se organizó como C.G.T. de la calle Catamarca, retomando, en 1937, el nombre de Unión Sindical Argentina (U.S.A.)
La mayoría del movimiento obrero se agrupó en la C.G.T. Independencia, convertida luego en la única C.G.T., orientada por los socialistas que recibieron el apoyo de los comunistas, quienes pasaron también a integrar la entidad. Estos últimos, ante el avance del nazismo en Alemania y la consolidación del fascismo en Italia, se planteaban un cambio táctico en su accionar: "el frente popular". La teoría frentista establecía la necesidad de trabajar unidas con otros sectores políticos y gremiales contra las fuerzas nazi-fascistas.
Por su parte, el sindicalismo "puro", marginado del escenario que tanto tiempo había dominado, no volvería a jugar un papel relevante como tendencia. Sin embargo, dejaba su herencia: sus constantes esfuerzos por mantener la independencia del movimiento sindical frente a los partidos políticos, que se había transformado de hecho, en abierta hostilidad hacia socialistas y comunistas, había contribuido a que la inserción de éstos en el movimiento sólo se logrará en forma tardía y superficial, y ello fue uno de los factores que facilitaría la tarea del peronismo.
Finalmente, la C.G.T. que había comenzado un lento proceso de fortalecimiento, no pudo evitar un nuevo enfrentamiento que llevó a otra división. El conflicto surgió en las propias filas socialistas que se dividieron en marzo de 1943 en dos bandos: uno encabezado por el Secretario General de la C.G.T., la C.G.T. N° 1 y otro liderado por Francisco Pérez Leirós, con el apoyo comunista, la C.G.T. N° 2 .
La Principal diferencia radicaba en que los integrantes de la C.G.T. N° 2 aspiraban a que la Central tuviera una participación mas activa en las cuestiones de política nacional e internacional, en forma coordinada con los partidos políticos, mientras que la C.G.T. N° 1 sostenía una actitud "neo-sindicalista" de presidencia política, limitación a las reivindicaciones específicamente gremiales y buena relación con el gobierno, cualquiera que éste fuera.
La revolución militar de 1943 encontrará al movimiento sindical escindido en dos centrales principales (C.G.T. N° 1 y 2), la U.S.A. y grupos de gremios autónomos de varias fuerzas.